En la isla de Malta hay
templos de 30000 años con estatuas de gordas de tres metros de alto. Maria
Gimbutas, arqueóloga estadounidense, la pasó muy mal intentando demostrar que
la teoría de “la mujer en la cueva y el hombre cazando mamuts” es falsa, y que
la teoría de “la mujer en el agua y el hombre en la choza” es la verdadera. Es
que su hipótesis daba por tierra con las teorías de poderío masculino de los arqueólogos varones. La ignoraron durante años
y ella tuvo que luchar contra la idea de sus colegas hombres de que miles de
estatuas de arcilla de mujeres eran muñecas. ¡No eran muñecas, sino diosas!
Lo que pasó luego en la
historia, es que sociedades matriarcales con diosas y sirenas generosas fueron
invadidas por hombres que imponían la ley del garrote. Estos hombres se
lanzaban a invadir y dominar los pueblos comandados por mujeres y las veían desde sus barcos nadando
en la playa. Trataban de acercarse a ellas pero encallaban o naufragaban. Aquí
nace el mito del peligroso poder de las sirenas, de su seducción y el miedo a
ser subyugado por sus cantos.
Un pueblo feliz, como el
comandado por mujeres, siempre canta y ríe y, seguramente, era una visión tentadora
ver mujeres desnudas cantando y riendo en la playa. Quizás más de un invasor decidió
quedarse con ellas y no regresar jamás a su pueblo con el botín que buscaba.
Naufragios, tripulaciones
que nunca regresaron, barcos encallados… ¡Aquellas
mujeres eran un peligro!
Y sí: para una sociedad
machista y patriarcal, una sociedad dominada por mujeres es un tremendo
peligro… ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario