Muchas
de las sirenas de leyenda tienen bellísimos nombres registrados por Platón como
Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes), Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (mortal belleza), Leucosia (ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) o Teles (la perfecta). No es un dato menor que
algunos de estos nombres se hayan usado en botánica para bautizar a plantas
carnívoras.
En la leyenda de Jasón y los Argonautas, los marineros que estaban
por caer en el encanto de la voz de las sirenas se salvaron del desastre
gracias a la habilidad de Orfeo, que cantó más fuerte que ellas de modo de
evitar que los Argonautas seducidos encallaran el navío en aguas bajas. En la Odisea , Ulises preparó a su tripulación
para evitar la música de las sirenas tapándoles los oídos con cera. Pero como no quería
privarse de escucharlas, se hizo atar a un mástil para no poder arrojarse a las
aguas al oír su música. Todas estas historias subrayan que la seducción de la
mujer es la perdición del hombre. Que siempre conviene atarse a un mástil o
taponarse los oídos con tapones de cera a dejarse influir por la charla
fascinante o los cantos melódicos de una mujer.
Durante siglos, los
marineros y pescadores hacen referencia a las sirenas en sus historias. Las
primeras observaciones escritas fueron hechas en Asiria, cerca del 1000 aC. Según
estos registros, algunas sirenas eran criaturas bondadosas y les concedían
deseos a los marineros que las ayudaban. Otros escritos comenzaron a expresar
el miedo que estos seres provocaban y aseguraban que el sólo hecho de verlas,
significaba mala suerte. Ver una sirena era presagio de tormenta o de naufragio.
Es así que en algunos mapas antiguos de mares y océanos, se marca la amenaza
con la leyenda Hic Sunt Sirenae:
lugar donde podrían habitar sirenas.
Durante el Medioevo las
sirenas también fueron alegoría del poder nefasto de la seducción de las
mujeres. Incluso el jesuita Cornelius a Lapide expresó: “Hay mujeres que son
como sirenas, cuya belleza te quita la razón y su voz y su vista te llevan a la
destrucción y la muerte”.
Los antiguos griegos
hablaban de sirenas aladas que eran como prostitutas que llevaban a los
viajeros a la pobreza y al naufragio: “Tienen alas y garras porque el amor
vuela y hiere”, decían.
En el siglo XIX, un buque
holandés naufragó en costas coreanas. Su tripulación esperó 13 años a ser
rescatada. Uno de sus marineros, al regresar, comentó que había visto sirenas. ¿Por
qué dijo eso? Porque para el público general era más creíble pensar que había
estado entre sirenas que entre mujeres buceadoras contratadas para el rescate.
Las mismas autoridades coreanas prohibían que se hablara de las buceadoras de
sus costas. Imaginen que era humillante reconocer que tareas duras que exigen
habilidad como bucear, eran mejor realizadas por mujeres que por hombres. Era
mucho más conveniente que el mundo creyera en sirenas… a que creyera en la
posibilidad de una sociedad feliz liderada por mujeres.
Sin embargo, la seducción de
las sirenas en el inconsciente colectivo prevalece aún hoy y ha sido sutil y
eficazmente usada, por ejemplo, en el logo de la exitosa cadena de cafeterías
Starbucks. Su fundador, Howard Shultz, decidió usar desde 1971 un grabado
noruego del siglo XVI con la imagen de una sirena con dos colas, que su socio
Terry Heckler había encontrado en un libro
antiguo. En la primera versión del ícono de la empresa se ve a una mujer en una pose tan
sensual que estremece: con los pechos al aire y el cabello recogido, se toma
una cola con cada mano con lo cual queda totalmente abierta de piernas… o de
colas. Los dueños de Starbucks consideraron que esa imagen expresaba el
espíritu de la idea de su cadena: la sirena era tan seductora como el aroma de
café. Para 1987, la imagen parecía demasiado osada, así que hicieron una
versión más pop, minimalista y recatada: taparon
los pechos de la sirena con largos cabellos, hicieron un close up para que no se le viera la entrepierna abierta, le pintaron
verde el vientre y el ombligo y cambiaron las escamas de la cola por ondas
iguales a las del mar. La sirena aún conserva su corona de reina de los mares.
Más allá de lo que podamos decir de la calidad de sus productos, la cadena tiene presencia en 37 países, más de 11.000 locales en todo el mundo y hace rato que le ganó la carrera a Mc Donalds. En muchas ciudades hay dos o tres locales por cuadra, a veces uno en una vereda y otro en la de enfrente. Siempre tienen cola de clientes esperando por ser atendidos.
¿Qué
busca en estos locales la gente que podría tomarse un expresso muy superior en
cualquier café Más allá de lo que podamos decir de la calidad de sus productos, la cadena tiene presencia en 37 países, más de 11.000 locales en todo el mundo y hace rato que le ganó la carrera a Mc Donalds. En muchas ciudades hay dos o tres locales por cuadra, a veces uno en una vereda y otro en la de enfrente. Siempre tienen cola de clientes esperando por ser atendidos.
tradicional de los que conocemos? Nadie va a Starbucks por un Doppio machiattoy Soya Mocka
Jamaiquino, ni por el Soya Blend Vanilla Spumone, ni por el Frapuccino Glacé Parisienne. Es que a veces
estamos incómodos en casa, incómodos en la oficina, y no tenemos adonde ir. Entonces, allí está el living de
la sirena de Iemanjá, la diosa del mar, el sitio donde desde nos seduce una sirena desnuda con las piernas
abiertas. Y no hay nada más tentador que eso.
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