jueves, 14 de febrero de 2013

El canto de las sirenas



Ya los antiguos griegos hablaban de la existencia de sirenas. Las describen primero como mujeres con cuerpo de pájaro capaces de entonar los cantos más maravillosos y, más tarde, como mujeres con cola de pez. Siempre como seres que se distinguen por una voz musical y prodigiosamente atractiva que llevaba a la perdición a los marinos. O sea que mucho antes de que las sirenas fueran seres con cola de pez,  los hombres ya le temían a la seducción femenina que puede llegar a todas partes volando como un ave, sin límites para alcanzarlos. Ay, sí, somos tan irresistibles… tan comehombres… ¡que los aterramos! Además, un hombre seducido, queda atrapado en nuestras garras y deja todo lo que se  había propuesto  hacer (invadir, matar, robar) por quedarse sometido a nuestros besos y abrazos. ¿Ser seductora es ser peligrosa? En parte sí. Seducir viene del latín se-ducere significa “llevar aparte”, “desviar de la vía”, “lo que aleja del camino”. La seducción hace que el seducido se aparte de su plan para deleitarse contigo… ¡y eso es algo que un hombre de verdad no debe aceptar!

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