jueves, 14 de febrero de 2013

El poder del entusiasmo



Hay algo que diferencia a la gente feliz y satisfecha de los infelices quejosos, que tienen los que crecen y maduran, y que no tienen los paralizados que involucionan. Algo que produce cambios favorables en la sociedad. Es el entusiasmo.
La gente que hace cosas productivas, que concreta sus sueños y que pone empeño en convertirse en lo que quiere, siempre es entusiasta.
¿Qué es el entusiasmo? En latín enthusiasmus significa “llevar un dios adentro”. Un dios que te protege y te da fuerzas, una fuerza divina que es motor de todo lo que haces. 
Según el diccionario, es la exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admira o cautiva. Es la adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño. Es la inspiración divina de los profetas, el arrebato creador de artistas y poetas.
Cuando estamos entusiasmados nos acompaña un ejército invisible dispuesto a luchar por las metas que nos proponemos. Nadie nos puede detenernos. Tenemos ganas de intentarlo. No nos arredra ningún esfuerzo. Creemos en nosotros mismos. Sabemos que lo lograremos. Y nos divierte intentarlo. Sabemos que vale la pena.
Lo contrario del entusiasmo es la abulia, la depresión, la indolencia, la decepción.
Cuando tenemos entusiasmo, tenemos esperanzas, confiamos en nuestros sueños. Y lo mejor del entusiasmo es que es contagioso y pone en marcha hasta las voluntades de los más escépticos. El filosofo Bertrand Russell dijo que “El signo más universal y distintivo de los hombres felices es el entusiasmo”.
Cuando estás entusiasmada sientes que sólo tienes comienzos por delante. ¿Por cuál vas a empezar?
Una vez escuché al magnate Donald Trump diciendo que todos los grandes gerentes del mundo le tienen pánico a hacer esa llamada importante cada mañana, la llamada vital que les cerraría el negocio. Y que él llegó lejos sólo por hacer esa llamada cada día, aun muerto de miedo. Al tomar el teléfono, su mano temblaba, pero hacía la llamada igual, aterrado de tener que escuchar un rechazo a su propuesta. Y siempre resultaba bien porque era el primero y único en llamar a primera hora de la mañana. A los demás los paralizaba el miedo.
Debes tomar este proceso con calma, y vencer tus miedos paso a paso. La tranquilidad es poder,  porque te sirve para concentrarte en tus objetivos. Pero tus objetivos deben ser claros, concretos y, ya sabes, salvajes.  

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