jueves, 14 de febrero de 2013

La seducción de las diosas



En la isla de Malta hay templos de 30000 años con estatuas de gordas de tres metros de alto. Maria Gimbutas, arqueóloga estadounidense, la pasó muy mal intentando demostrar que la teoría de “la mujer en la cueva y el hombre cazando mamuts” es falsa, y que la teoría de “la mujer en el agua y el hombre en la choza” es la verdadera. Es que su hipótesis daba por tierra con las teorías de poderío masculino de los arqueólogos varones. La ignoraron durante años y ella tuvo que luchar contra la idea de sus colegas hombres de que miles de estatuas de arcilla de mujeres eran muñecas. ¡No eran muñecas, sino diosas!
Lo que pasó luego en la historia, es que sociedades matriarcales con diosas y sirenas generosas fueron invadidas por hombres que imponían la ley del garrote. Estos hombres se lanzaban a invadir y dominar los pueblos comandados  por mujeres y las veían desde sus barcos nadando en la playa. Trataban de acercarse a ellas pero encallaban o naufragaban. Aquí nace el mito del peligroso poder de las sirenas, de su seducción y el miedo a ser subyugado por sus cantos.
Un pueblo feliz, como el comandado por mujeres, siempre canta y ríe y, seguramente, era una visión tentadora ver mujeres desnudas cantando y riendo en la playa. Quizás más de un invasor decidió quedarse con ellas y no regresar jamás a su pueblo con el botín que buscaba.
Naufragios, tripulaciones que nunca regresaron, barcos encallados… ¡Aquellas mujeres eran un peligro!
Y sí: para una sociedad machista y patriarcal, una sociedad dominada por mujeres es un tremendo peligro… ¿no?

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